EL ÚLTIMO HORTELANO DE ALMONTE: LOS PERECITOS

Esta investigación hay que situarla en pleno Antiguo Régimen almonteño cuando los hortelanos fueron agricultores esenciales para el abastecimiento de verduras a unos vecinos que no poseían tierras para poder cultivar ni una lechuga. Llevar a los alumnos y alumnas a vivenciar aquella época es una forma magnífica para que entiendan la historia de nuestra localidad, Almonte (Huelva). Antonio Perecito, abuelo de mi alumna Rocío Pérez Albarrán, es "El  último hortelano" de Almonte.

Habría que imaginar la vida en Almonte hace  tres siglos, cuando, todavía, los Señores de Medinasidonia eran dueños de nuestro pueblo; cuando todavía,  El Conde o La Condesa de Niebla venían alguna vez por aquí desde Niebla, camino de Sanlúcar de Barrameda, acompañados de una recua de bestias conducidas por los administradores de los "anacrónicos siervos de la gleba" de este territorio  de Doñana. Reliquia de aquella servidumbre la hemos tenido en nuestro pueblo hasta hace poco más de 30 años con "los diezmos" que debían de pagar los campesinos que tenían concesiones en Los Taranjales ("Los Tanajales") de Noguera.

Imaginar la cotidianidad de unos vecinos a los que se les tenía prohibido cazar en "el cazadero real de Doñana", "El Coto de Doñana"; vecinos que tenían que ser autorizados para llevar a cabo la recolección de espárragos, espinacas, bellotas, gurumelos... la pesca de anguilas, galápagos... ; la leña y la fabricación del carbón` esencial como combustible hogareño...y otros productos naturales, propios del bosque mediterráneo, que servían a unos  vecinos  de dieta  o de complemento en la dieta alimenticia a otros. Aquella dieta tenía otros soportes alimenticios basados en la matanza de cerdos, en productos derivados de la ganadería como la leche y la carne,  el cultivo y cosecha de productos agrícolas (frutas, legumbres, trigo, maíz, etc) ... El cultivo del centeno en terrenos arenosos poco productivos para el "pan negro" destinado a la mayoría de la población y el cultivo de trigo en los "cercados" destinado al "pan blanco" que consumía una minoría de la población almonteña. No hay que olvidar que los vecinos debían de pagar sus correspondientes "impuestos y maquilas" en los molinos de los "señores";  molinos de vientos como el que existió en el Alto del Molinillo en Chaparral, (que ya sólo tiene una referencia rociera en la localidad) o molinos de aguas como el "Molino del Conde" y el "Molino del Cuín" (que estuvieron en funcionamiento hasta el primer cuarto del siglo XX).

Claro está, que la inmensa mayoría de la población era jornalera, dependiente de los propietarios de los grandes latifundios, y no poseía tierras para llevar a cabo una agricultura minifundista (que sí se desarrollará a lo largo del siglo XX). Hay que leer al sacerdote R. Álvarez Gastón y el magnífico libro del catedrático almonteño Juan Francisco Ojeda Rivera sobre la distribución territorial,  en la época que estudiamos,   para percibir que esta población no tenía  ni sal para condimentar los alimentos.

En aquella sociedad es en la que hay que percibir cómo las autoridades locales suministraban  a la población abastecinientos de carnes y verduras para evitar las hambrunas permanentes, sin conseguirlo. Se realizaban cacerías autorizadas en Doñana y con los venados cazados... se abastecía a la población "que podía comprar esa carne" y con las huertas municipales se conseguía verduras y hortalizas que los vecinos podían adquirir en la plaza de abasto. Como recuerdos de aquellas actividades nos quedan en la población "los apodos" con los que se reconocía popularmente a aquellas familias que se encargaban de ciertas actividades: "Los recoveros", "Los pajareros"... Igualmente las verduras y hortalizas eran suministradas por las autoridades y como recuerdo de ello ahí está la Calle Las Huertas donde se localizaban los terrenos públicos destinados a huertas,  de igual manera que se destinaban las "dehesas boyares" como "El Chaparral" para pastos de los bueyes destinados a arar, bueyes que igualmente  tiraban de los carros cargados de productos agrícolas y que nos han dejado esas "imágenes rocieras" de las carretas del simpecado en la Romería del Rocío.

Pero, sin embargo, también, hubo desde el mundo privado quienes se dedicaron al suministro  de la población de verduras y hortalizas, posiblemente por la incapacidad del sistema de suministrar suficientes verduras de las huertas municipales.  La agricultura privada se va abriendo camino en el comercio local así como lo hicieron "los artesanos" en una economía  que parece que se había quedado parada en la Edad Media. Y es aquí dónde la familia de "Los Perecitos" cobran protagonismo. Aún conservan dos puestos de verduras en la Plaza Municipal de Abastos  de Almonte,  situado en la C/ Venida de La Virgen, donde siguen vendiendo su producción propia.

Nosotros, los alumnos y alumnas, con sus padres y madres realizamos una visita a la Huerta de Antonio Perecito en la que,  aunque ya trasformada, pudimos imaginar cómo funcionaba antiguamente la huerta y observar como funciona ahora.

Antonio se volcó con los alumnos y alumnas. Disfrutamos, acariciamos las plantas, distinguimos los olores, oímos los sonidos de la huerta... y nos trajimos para casa una lechuga cada uno. Muchas gracias a Antonio y a su familia por habernos dedicado una mañana.

Si deseas ver el montaje que realizamos de la excursión puedes hacerlo aquí: